No me manchen la pelota, por favor.

11:02 p.m. Pensar, escribir, difundir.. 0 Comments


Cuántas horas de mi vida le habré dedicado al fútbol, cuántas veces habré jugado con mis amigos, con desconocidos...con enemigos; ni mi madre conoce la respuesta.
Cuántos juegos, cuántas tardes, cuántas noches, cuántos domingos.

Y es que pensar en eso me alegra, tantas satisfacciones, tantas frustraciones que se desaparecen con los goles; aunque no me paguen por jugar yo soy feliz jugando, aunque no salga de mi barrio, aunque no juegue en primera. Soy feliz jugando al fútbol, porque así nací, así crecí y así lo siento. Es ese amor inexplicable, como el que se siente por la familia...simplemente se le ama sin hacer preguntas.

El fútbol es hermoso.
Tomado de: lcd.juanfutbol.com
Ese instante maravilloso en que somos capaces de hacer que la pelota cruce la línea, dejando a los contrarios heridos por un momento, y solo correr a gritarlo, sentirlo por todo el cuerpo, por todo el alma. El estado puro de la felicidad. En un campo de juego no hay tristeza, no hay dolor, no hay preocupaciones, es lo más cercano al paraíso, donde la única meta es correr tras una bola y meterla en el otro marco, junto a los compañeros, sin importar quienes sean, cómo sean, de donde sean.
Eso es el fútbol, una visión utópica de la vida, donde cada momento se disfruta al máximo, mientras se entrega el alma y el corazón. ¿Cómo no querer al fútbol, cómo no amarlo? (Ver: Negredo y su Señor Golazo)

¿Será malo el amor?
Es amor, no cabe duda. Pero es ese mismo amor por este mágico deporte, el que muchas veces nos hace ser víctimas del gran negocio que tiene atrás. Comprar entradas a los juegos; comprar el último uniforme de nuestro equipo, sin importar lo que cueste; comprar los taquillos más modernos, los de marca, los mismos que usan las grandes figuras, esos mismos con los que vuelan en los anuncios comerciales; comprar los videojuegos, que nos permiten soñar con estar ahí, al lado de ellos, tratando de vivir aunque sea de momento ese gran sueño frustrado, cada año comprando el más nuevo, como si de pronto perdieran su valor; comprar bufandas, comprar banderas, comprar la localidad en el estadio para la temporada completa y por adelantado; comprar souvenirs, comprar esto, comprar lo otro; en fin, comprar, comprar, comprar.

Estadio Azteca.
Tomado de: templosdelfutbol.com
No está mal que exista un negocio detrás del fútbol. No de gratis se le va a dar mantenimiento a los estadios, no de gratis se va a administrar un equipo de primera, ni en una liga de élite, ni en un país subdesarrollado. No de gratis se satisfacen los caprichos y excentricidades de "los mejores jugadores", no de gratis se mantiene la imagen de un equipo grande, su cantera, su mobiliario, todo lo que representa; no se puede de gratis, es un negocio, que debe subsistir, con ingresos, con gastos, con entradas y con salidas. Y así como los equipos de fútbol son un negocio, también quienes los patrocinan, quienes transmiten sus encuentros, quienes comentan sus partidos, quienes hacen sus uniformes, quienes pactan los juegos, quienes representan a los jugadores, y si, hasta para quienes lo organizan a nivel mundial. El fútbol es un negocio, como casi todos los deportes, y como negocio debe administrarse buscando siempre el éxito. Y no está mal, se comprende y hasta se acepta.
(Ver: Copa Oro 2015, el Gran Fraude)

Corrupción maldita.
Todo estaría bien hasta este punto, que los ingresos generados por el fútbol se reinviertan en el mismo fútbol, para que siga dándole alegrías a quienes lo aman de corazón; que al mismo tiempo permita a quienes dedican su vida a este deporte tener cierto tipo de ganancia o devolución por su entrega y esfuerzo diario. No suena nada mal, un ciclo donde todos ganamos. ¿No?

Lanzan billetes a Blatter.
Tomado de: eluniversal.com.co
Pero es que la corrupción se cuela por todas partes. Claro, en todas partes donde la dejen entrar. Donde existe la ambición desmedida ingresa sin esfuerzo, donde solo existe el interés personal y un deseo insaciable por acumular riqueza; la corrupción entra todos los días, es permitido cambiar las reglas a conveniencia, doma cualquier intento de hacer el bien y engrandece a quienes más la defienden; claro, hasta que llega el FBI y acaba con la fiesta. Tantos casos de corrupción en el fútbol, que alcanza para muchas entradas más en este blog: amaños de partidos para ganar dinero con las apuestas; sobornos suculentos, para réferis, directivos y jugadores; campeonatos manipulados de principio a fin, como la Copa Oro 2015 en CONCACAF, por ejemplo; dadivas millonarias para directivos por firmar contratos relacionados con derechos de transmisión; y un gran etcétera que al escribirlo provoca náuseas.

A veces somos ciegos.
A veces somos ciegos, porque ese amor tan grande por el fútbol no nos permite ver más allá, tal vez la maquinaria publicitaria con la que trabajan esos "genios" de la corrupción logra manipular y controlar nuestros pensamientos. A veces somos ciegos, ciegos e incapaces de comprender que todo esto, todo ese festín de corrupción, lo pagamos nosotros, con nuestros bolsillos, con nuestro esfuerzo, lo paga nuestro amor por el fútbol...y es difícil aceptarlo. Es difícil prometer que nunca más daremos un cinco por el deporte que nos llena los ojos. Es imposible imaginarlo, y no porque seamos tontos y nos manipulen, sino porque de verdad lo amamos, de verdad lo sentimos en el alma; lloramos, de alegría, de tristeza; gozamos; lo disfrutamos; lo sentimos; lo vivimos.

Niño costarricense llora de alegría en Copa Mundial del 2014
Tomado de: 89decibeles.com
La vida, EN LA CANCHA ES OTRA COSA, el fútbol real, ese deporte que despierta pasiones, que convierte a una persona cualquiera en héroe nacional de la noche a la mañana (o en villano, si la suerte no le acompaña); ese deporte que mueve masas; que genera sonrisas y alegrías hasta en el humano con el corazón más seco; el que une a los pueblos y a las familias, en el estadio o al frente del televisor; el que detiene guerras (y a veces las provoca);  el que pone a los niños a soñar, a soñar con jugar en un estadio colmado de gente, anotar el gol del triunfo y levantar la copa; el que nos eriza la piel, nos hace un nudo en la garganta y nos pone los ojos brillosos. Ese es el fútbol real. (Ver: Hablando de golazos)

Niños africanos jugando fútbol.
Tomado de: wordpress.com
Y el fútbol real no se acaba, no se corrompe, y por más que quieran ensuciarlo, con sus artimañas de película, nunca podrán apagarlo; sigan actuando de mala fe, así será más fácil descubrirlos y comprender sus movimientos, sigan jugando con las emociones de los más débiles con tal de enriquecerse; ¿para qué más dinero, si la libertad no se compra? Podrán pagar sus fianzas y ser "libres" físicamente, pero la libertad de su conciencia y el odio generalizado del mundo entero siempre les acompañará. (Ver: ¿El gol del año?)

Hagan lo que quieran con sus vidas, con sus negocios, con su dinero, pero, NO ME MANCHEN LA PELOTA POR FAVOR.

Ella y todo lo que representa para el mundo, vale más que todos sus sucios millones.
A ella siempre la querremos y la defenderemos de pillos como ustedes.

¡QUE NUNCA MUERA EL FÚTBOL REAL!



MCS 2015.
Pensar, escribir, difundir.


  

0 comentarios: